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En esta pandemia por coronavirus, las autoridades sanitarias alrededor del mundo recomendaron a la población el uso de cubrebocas para evitar contagio cada vez que tuvieran la necesidad de salir de casa, pero como estamos muy cerca de que adultos y niños abandonen el confinamiento, es momento de prepararnos con una mascarilla para los pequeños para que salgan más seguros.
Hay dudas entre los padres, aunque no es obligatorio que los niños usen los tapabocas, es recomendable que todos se sientan bien cuidados si necesitan ir a lugares donde transcurra mucha gente y sobre todo porque ellos no respetan las medidas de distanciamiento.
Si bien el uso del cubrebocas es una decisión familiar, estas son las opciones más sencillas para tener o hacer uno de estos para que lo lleve tu hijo en caso de que pronto vayan a salir de casa.
Adapta la mascarilla de adulto
Usa los cordones para ajustarla al tamaño del rostro de tu pequeño de manera que no se le caiga. Pregúntale si lo siente cómodo, pero coméntale que por momentos sentirá un poco de incomodidad y de ser necesario podrá retirárselo en un sitio seguro.
Confecciona una mascarilla casera
No tienes que gastar de más. Busca una playera que ya no uses o incluso alguna tela que puedas comprar en retazo. Las tres tallas infantiles que se manejan son: pequeña para 3 a 5 años (con medidas de 5.5 x 13 centímetros), mediana para 6 a 9 años (6.5 x 15 centímetros) y grande para 9 a 12 años (8.5 x 17 centímetros).
Compra mascarillas infantiles por Internet
Hay modelos de algodón para niños, las desechables, las que tienen dibujos decorativos y otras más con paquetes de 50 unidades adecuadas para niños de 4 a 12 años.
Lo importante es que estas cubran nariz, boca y barbilla, estén confeccionadas con un material reutilizable filtrante adecuado y que permitan la respiración, así como que no presente riesgos ni efectos adversos sobre la piel del usuario.
Ten cuidado con la resistencia del uso en niños menores de tres años, en esta edad puede existir miedo de usarlo o ver cómo lo utilizan los demás ya que pueden asociarlo al miedo, a no reconocer a sus seres queridos o a no tener aun la capacidad de diferenciar las situaciones fantasiosas.